Plenario 15 de abril de 2010: “Crisis del régimen político y las nuevas formas de participación política”






Asistimos en la actualidad a una profunda crisis estructural de nuestro régimen político, sumido en una escandalosa práctica acelerada de prebendalismo y faccionalismo.
En casi tres décadas, los gobiernos de turno con políticas desacertadas han acelerado el proceso de decadencia nacional.
La Argentina ha perdido en el contexto regional su rol de liderazgo, porque la clase dirigente perdió el norte y la guía en las metas esenciales para alcanzar el pleno desarrollo de nuestra Nación.
Las distintas instancias educativas han disminuido sensiblemente los niveles de calidad y la misión de formar las generaciones futuras que necesita nuestra Nación, ha decaído en una profunda crisis de valores.
Nuestro país poseía los más elevados índices de cobertura de salud pública de toda la región. Hoy hemos llegado al extremo de no poder brindar a nuestros compatriotas los más mínimos niveles de atención primaria de la salud.
Nuestra economía pensada en el desarrollo pleno de las potencialidades tecnológicas, estratégicas y de producción de bienes de capital, ha pasado a una economía rentística y que procura ser sostén de la denominada “Patria financiera”. Es necesario volver a la cultura del trabajo argentino, donde la producción nacional sea eje de nuestro desarrollo económico.
Existe hoy entre nuestra clase dirigente una curiosa e insólita pasión pagadora de la Deuda externa odiosa. No existe la real voluntad política de examinar cuánto se ha pagado y determinar si es justo y legítimo que el Pueblo argentino pague una deuda que no contrajo para su beneficio, si no para el sostén de gobiernos cómplices con la extranjerización de nuestra economía y que posibilitaron la dependencia política de nuestro país hacia el sistema financiero mundial.
Nuestra clase dirigente es la responsable por el desarme total de nuestras FFAA, ocasionando que sea el único país en el mundo que no tenga hipótesis de conflicto cuando tiene un enclave colonial en Malvinas con una potencia extranjera ocupante. Esta situación de desmilitarización continua ha hecho que nuestro territorio nacional sea objeto de una profunda extranjerización creciente y no se ha previsto que las guerras del futuro serán por los recursos naturales que poseen los Estados nacionales.
Millones de argentinos y compatriotas se encuentran en la más absoluta miseria e indigencia socio-económica. Esto ha sido el producto de políticas destinadas a la destrucción del aparato productivo e industrial de nuestra Nación que arrojó al mercado laboral a una gran masa de desocupados que no pudo reincorporarse al sistema. La clase política por acción o omisión ha sido consiente de esto y nadie ha procurado recrear las condiciones macroeconómicas necesarias para el desarrollo de nuestra industria pesada y liviana que Argentina logró tener hasta la década de los 70.
Por desidia estatal, vivimos en la actualidad en un estado de anomia social, donde no impera la ley sino la fuerza y la coerción física sobre las libertades individuales. Hemos llegado a niveles de desidia en los cuales la inmensa mayoría de los ciudadanos nos vemos privado de un derecho humano vital como es la seguridad de nuestras familias y nuestros bienes personales. El orden público debe volver a ser un valor básico en nuestra sociedad y el imperio real de la ley debe ser su guía.
Por último, nuestra Nación atraviesa una profunda crisis de representatividad, donde los representados no poseen los canales naturales de representación en las instituciones políticas liberales vigentes. Los partidos han dejado de ser esos canales de representación ya que se han corrompido y sus prácticas de clientelismo y patrimonialismo durante décadas hacen que no puedan recrearse a sí mismos.
Es necesario establecer dentro de los márgenes de nuestra República nuevos mecanismos de representación asociados con el mundo del trabajo, de la profesión, de los intereses personales y de las actividades barriales. Sólo bajo una auténtica participación e involucramiento de cada unos de los argentinos en la “cosa pública”, la Argentina retomará la senda del desarrollo y el ejercicio de los reales intereses nacionales.
Por la situación descripta, nuestro sistema político es indiferente a los reales problemas de nuestra Nación y sólo satisface las rencillas y las apetencias egoístas de las cúpulas partidocráticas.
Para revertir nuestra decadencia nacional en los aspectos descriptos, necesitamos y debemos ser protognistas del surgimiento de una clase dirigente que sea fruto de un sistema político que contemple las distintas expresiones y movimientos políticos genuinos de toda la Nación. Sólo de este modo, nuestra dirigencia será intérprete de los genuinos intereses de nuestra Patria y velará por el alcance de los mismos.
Para concluir, es necesario que entre todos empecemos a diseñar y concertar una agenda de discusión política, para analizar y proponer las soluciones políticas más efectivas a los principales problemas nacionales, que pasamos a mencionar:
:
• Deuda externa
• Desarrollo nacional autónomo del poder financiero internacional
• Privatizaciones y desnacionalización
• Ocupación extranjera en Malvinas, Georgias y Sandwinch del Sur.
• Indefensión nacional
• Extranjerización del territorio nacional
• Usura internacional
• Desempleo estructural
• Pobreza e indigencia
• Narcotráfico y mafias
• Corrupción
• Inseguridad

Muchas gracias.

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